Al margen de difusos anuncios de próximas veladas, la primera noticia pugilística de 1915 en Barcelona consiste en la demostración de Torrens contra Hoche y Condor contra Pascual, dentro de la fiesta que celebra en enero el Gimnasio Bricall.
Las veladas de boxeo se reanudan el 21 de enero en el Iris Park, de mano de la Peña Pugilista, que quiere agradecer a la prensa deportiva el que consiguiera el levantamiento de la prohibición. Sin embargo, la Peña se encuentra sumida en una crisis que se traduce en la “enfermedad” de Juan Planas, organizador de las reuniones, que provoca la suspensión de la prevista para el 28 de enero. Y aunque llegan a celebrarse otras dos veladas con normalidad en el Iris, Planas acaba renunciando a organizarlas, lo que provoca infructuosas peticiones del público y de los periodistas. La prensa no recoge expresamente la disolución de la Peña, pero lo cierto es que no volverá a ser citada en el futuro.
A pesar de la crisis de la Peña Pugilista, el boxeo vive un momento prometedor en Barcelona. Como destaca Tony Berton “las grandes entidades, como el Real Club Marítimo, el Círculo Artístico y otros, han habilitado una parte de sus locales con aparatos apropiados y profesor especial, para que los socios que así lo deseen puedan practicar [el boxeo]. (…) También el ejemplo ha cundido hasta los gimnasios como los de Solé, García, Gibert, Bricall, etc., que poseen profesor y cuentan con gran número de alumnos”.
En mayo de 1915, un grupo de aficionados comienza a organizar una serie de veladas de cuya dirección se encarga Frank Hoche. La primera tiene lugar el 20 de ese mes en el Iris Park, con el combate entre el propio Hoche y el francés Augusto Robert como cabeza de cartel. La convocatoria levanta una importante expectación, siendo muchos los aficionados que acuden a contemplar los entrenamientos de Hoche en la Sala Herrera y de Robert en el Gimnasio Bricall, y aunque el combate será nulo, se convertirá en una cita ineludible que se repetirá hasta en dos ocasiones más, siempre generando un gran interés. Instalado en Barcelona, Robert combatirá en otras cinco ocasiones–al margen de numerosas exhibiciones– hasta su última pelea en la ciudad en mayo de 1922. En la segunda velada, además, se anuncia que “estas soirées serán consideradas como preparatorias del campeonato para poder tomar parte en el Campeonato de Madrid que tendrá lugar próximamente”, torneo del que, sin embargo, no tendremos más noticias.
El éxito de la convocatoria lleva a los mismos organizadores a repetir en el Iris Park a mediados de junio, de nuevo con Hoche en el combate clou, esta vez con Félix Pomés, “que recientemente adquirió el título de Campeón de Cataluña jugando al fútbol”, como rival a 15 asaltos.
En Madrid, mientras tanto, Antonio Portago, conde de la Mejorada, comienza a destacar como uno de los más activos promotores y practicantes del boxeo a nivel aficionado. En abril se enfrenta en la pista de Parish con Félix Pomés, y en mayo combate contra Piña en el campo del Madrid F.C. No tenemos muchos detalles sobre estos encuentros, pero en junio encontramos una nota referente al banquete que se celebra en su honor “por su triunfo en el campeonato de boxeo”.
Volviendo a Barcelona, y tras un paréntesis de un mes sin boxeo –“el reporter por más que olfatea no encuentra nada digno de mención. En nuestras salas se sigue practicando el boxeo como puro entrenamiento y a guisa de lección, pero sin miras a nuevas soireés por más que las últimas no debieron dejar descontentos a profesionales y empresarios”–, y excepto en el descanso veraniego del mes de agosto, las veladas quincenales de los jueves en el Iris Park se convierten en una cita ineludible para los aficionados.
Así, durante el resto del año 1915 el público asiste a notables enfrentamientos como la derrota por puntos de Hoche ante un Crozier que le aventaja en 8 kilos, la victoria de Hoche por k.o. ante Pomés, o la descalificación de Fred Jacks cuando, en el combate que le enfrenta con Tony Berton, golpea a éste después de que el árbitro haya decretado la separación.
Al mismo tiempo, los púgiles españoles comienzan a participar en reuniones fuera de nuestras fronteras: el primero del que El Mundo Deportivo da noticias es Federico Armengol, que a mediados de junio es derrotado en Lisboa por Ruivo.
Sin embargo, el boxeo continúa siendo en Barcelona una actividad casi artesanal, como demuestran algunas anécdotas que recoge la prensa. Por ejemplo, el combate entre Condor y Serrano en octubre empieza “sin referee, y naturalmente al primer clinch hay bronca en el público y alguna zancadilla en los maestros. Sube al ring Frank Hoche y empiezan de nuevo”. El mes siguiente, tras algunos incidentes en una reunión en el Iris, el árbitro Juan Casanovas remite una carta a El Mundo Deportivo en la que se queja de que “el timbre que usan para señalar el principio y el fin del round produce un sonido tan flojo que apenas se percibe”, y sugiere que “la empresa debe adquirir lo que se llama un gong, aparato que usan en todos los rings del extranjero”. En esa misma velada, los segundos de Gabriel protestan de que el hecho de arrojar la esponja que marcaba el abandono de éste frente a Passapera “no fue ejecutado por los managers del citado boxeador sino por el señor Duarte, que actuaba de público”.
En diciembre, los organizadores de veladas optan por sustituir el Iris Park por el amplio local de la Bohemia Modernista, en la calle Casanova, ante la gran expectación que levanta el segundo enfrentamiento entre Hoche y Augusto Robert, que se salda con un nuevo nulo.
Al concluir 1915 encontramos además a Anderson convertido en profesor de boxeo en el Gran Casino de San Sebastián, desde donde lanza un reto a los púgiles de Barcelona en nombre propio y de su pupilo, “el conde Robert”. Recogido unos días más tarde por Frank Hoche y su alumno Passapera, no será hasta mayo del año siguiente cuando se publique la noticia de que “el día 4 de junio Frank Hoche irá a San Sebastián para efectuar un combate con el conocido pugilista señor Anderson y el
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