DÉCADAS IRREPETIBLES

Al igual que mi otro blog dedicado al boxeo, este pretende recuperar la memoria de unos años irrepetibles, desde finales del XIX hasta los años 30 del siglo XX. En "Audaz y tanguista" se rinde homenaje a algunos de los bravos púgiles que protagonizaron este periodo, entre ellos a mi propio abuelo, verdadero germen de todo esto, Ángel Tejeiro. En este blog recupero la Historia con mayúsculas de unas décadas irrepetibles. Para ello he recurrido a las hemerotecas digitales disponibles: El Mundo Deportivo, La Vanguardia, ABC, La Jornada Deportiva, El País Vasco, Diario de Alicante, El Eco de Cartagena, El Noticiero Gaditano, El Porvenir, La Tierra y Madrid Sport. Salas como el Iris Park o el Olympia de Barcelona, nombres legendarios como Frank Hoche, Felix Pomés, Passapera, Ángel Munich, Barcino, Condor... Es un trabajo en construcción: aún estoy en ello, y animo a todos los que posean información interesante -y en especial imágenes originales- a que me ayuden en esta tarea. Y hechas las "confesiones", choquemos los guantes y vayamos al primer asalto.

miércoles, 25 de agosto de 2010

1919 Joaquín Valls, campeón de España welter

En Barcelona, el panorama del boxeo no mejora sustancialmente durante 1919. Al margen de una velada que se celebra a finales de febrero en el Frontón Condal, en la que Hoche vence por k.o. al “campeón de Chile” Anibal Rojas –“por dar satisfacción al público invitó a Rojas después del ko a continuar. Rojas declinó”–, hasta el verano los aficionados solo pueden disfrutar de dos convocatorias en Mataró, ambas en mayo. En la primera, Kamalof se enfrenta a Kuchenbequer dentro del festival deportivo que se celebra en el campo del Iluro. En la segunda, el Circo Clavé acoge cuatro combates “a la americana” organizados por el Boxing Club Mataró, en los que participan púgiles como Valls y Fresno.

La temporada de verano da comienzo el 17 de junio con una velada que organiza en el Iris Park el Sindicat de Periodistes Esportius, a beneficio de su Caja de Previsión y Socorro. Tal vez por la ausencia de Dixie Kid –quien según la prensa se encuentra en Bilbao dirigiendo una cátedra de educación física–, Hoche es enfrentado con Kid Jacks, quien cae noqueado en el noveno asalto de un combate para el cual la organización “ha ofrecido una bolsa de 1000 pesetas a repartir a razón del 60% al vencedor y 40% al vencido”. En la semifinal de esta velada, Joaquín Valls (Joe Walls) se impone a los puntos a Agustín Mora.

El resto del verano pugilístico consiste, salvo contadas excepciones, en los dudosos espectáculos habituales de la época. Así, el Turó Park exhibe en dos ocasiones, en junio, a Marcelo Sánchez, “americano, vencedor de Jack Johnson en Madrid”, junto con otros supuestos combates de boxeo. El mismo espectáculo se repite dos días seguidos, a finales de mes, en el Parque de Barcelona, con ocasión de la verbena de San Pedro.

Por otra parte, a principios de julio el Teatro de la Marina programa una exhibición de boxeo de Jack Sum con Condor; en el Luna Park se celebran tres combates “a la americana” a mediados de ese mes; y la Sección Deportiva del Centre Católic de Sans organiza a finales de agosto una velada de lucha grecorromana y boxeo, en la sala de espectáculos de su local social.

No todo son “pachangas”, no obstante, aunque ello depende en buena medida de la seriedad de los organizadores. Así, Ramón Larruy organiza una velada a finales de julio en el Frontón Principal Palace, en la que, tras 20 asaltos de dos minutos de duración, Dixie Kid consigue por fin vencer a los puntos a Frank Hoche.

No tarda el Ateneo Enciclopédico Popular en organizar la correspondiente revancha en la plaza de toros antigua de la Barceloneta, para la que se fija como fecha el último domingo de agosto. Al combate, que se pacta nada menos que a 30 asaltos, se le otorga además la categoría de “campeonato de España de los pesos medianos y de todas las categorías”. Mientras los aficionados aguardan expectantes, las semanas anteriores Dixie Kid entrena con compañeros como Joaquín Valls, y Hoche entrena en Garraf con Barcino (Valls y Barcino tienen previsto combatir próximamente por el campeonato de España del peso welter o mediano ligero). Sin embargo, Hoche enferma de gripe… y la revancha, suspendida, nunca llega a celebrarse.

Por cierto, uno de los integrantes del cartel, el boxeador Carlos Soum, se presenta como “Campeón de Cataluña de peso mediano”, sin que tengamos ninguna referencia sobre quién, cuándo o cómo le concedió el supuesto título. Ya hemos comentado que el Club Pugilista otorgó tres títulos de “campeón de España” en 1913, que fueron lucidos por sus detentadores en diversas veladas (en el caso de Fernando Martínez, dado como campeón del peso ligero por el Club Pugilista, se le presenta en el futuro como campeón del peso mediano ligero –en una velada en Izquierda del Ensanche en 1914– y campeón del peso mediano –en dos veladas en 1914 y 1915–). En el futuro encontraremos otros casos igual de discutibles, como el “título de Cataluña organizado por el A.E.C.” (?) en el Parque de Barcelona en julio de 1920, la presentación de Ortíz como “campeón de Cataluña” en una reunión en febrero de 1921, o la frecuente alusión a José Teixidor “Kamalof” como campeón de España del peso fuerte.

En octubre de 1919 se otorga el primer título de campeón de España con un mínimo de rigor, aunque evidentemente sin “oficialidad” que otorgaría una Federación que aún no existe. Así, el 9 de ese mes, el Ateneo Enciclopédico Popular organiza una reunión a base de púgiles nacionales en la que el combate estrella corre a cargo de Joaquin Valls y “Barcino”, que contenderán en 15 asaltos de 2 minutos por el título de España del peso welter. A última hora Barcino opta por no presentarse y es sustituido por Juan Molero, que efectúa su debut. Valls pone k.o. a su oponente en el asalto duodécimo, adjudicándose el campeonato y consolidándose como uno de los púgiles más sólidos y brillantes de la época.

Ese mismo mes, José Teixidor “Kamalof” ofrece una exhibición con Dixie Kid dentro del festival deportivo que organiza el Mataró Boxing Club en el parque municipal de esta ciudad, en el que además Alfonso, al vencer por abandono a Bruch, es proclamado campeón local de boxeo.

El año 1919 concluye en Barcelona con la reunión en que Dixie Kid, que ya tiene hechas las maletas para marchar a Francia, se deshace rápidamente de un flojo Rautal en un combate de trámite que no permite el disfrute de los aficionados.

Tampoco para Madrid es este un año que merezca la pena recordar en lo pugilístico. Los escasos combates que se organizan distan mucho de ser ejemplares, como resume la siguiente crónica publicada en abril en El Mundo Deportivo:

Desde Madrid.- Los profesionales del boxeo y las eternas pantomimas.- ¡Boxeo, cómo te han puesto! A todos, por el solo hecho de ser fuertes, no les es permitido ser boxeadores. Por ello el combate anunciado como suceso entre Anderson y Almela no llegó en importancia a emular la lucha de dos porteras, pongamos por ejemplo de combate. Eso a pesar de tratarse de hombres de cierta fama, pero en campos ajenos al ring. Anderson, el profesor de boxe, porque para él ya pasaron los tiempos de la lucha con pesos similares, y hase quedado convertido solamente en un hábil profesor, que puede revelarnos jóvenes y bien adiestrados púgiles.

Almela, su contrincante del otro día, porque jamás calzó más guantes que los de calle, y eso de la boxe no se arregla dando bofetadas. ¡Qué gran equivocación! El conocido picador de toros, hombre de una gran fortaleza, sólidamente constituido, es un luchador de greco-romana y de libre, peligrosísimo, pero nada más. Saliendo de ese oficio, si quiere buscar riesgos, tendrá que ir por ellos a las plazas de toros” [EMD 17/04/19 p1].

Al margen de ello, en estos meses tan solo se celebran exhibiciones y algún combate de Jack Johnson (en enero contra Bill Flint en el teatro Gran Vía) y Dixie Kid (también en enero, en el teatro ABC), en reuniones en las que también aparecen otros púgiles como Niva Roja, que se presenta como campeón de Chile, o Romo Fhale, campeón holandés.

En cualquier caso, es de destacar que una nota publicada en 1919 indica que la Agrupación Deportiva Ferroviaria inaugurará el 26 de enero su local en la calle Trafalgar 19, “donde tiene una admirable instalación de gimnasia en general, boxeo, etc.”. La Ferroviaria había nacido en febrero de 1917 de la refundación de la Sociedad Club M.Z.A., con el objeto de agrupar a las diversas compañías ferroviarias. En lo pugilístico, esta entidad dará al país algunos nombres valiosos como Emilio Martínez, Marcote o Luis Amador, y ejercerá un importante papel en la difusión del boxeo en la capital.

En el País Vasco, donde Dixie Kid dirige una cátedra de educación física, tiene lugar en este año de 1919 uno de los principales eventos pugilísticos del país: el combate en San Sebastián entre Georges Carpentier y su compatriota, el campeón militar Croisilles.

Nacido en Liévin en 1894, a sus 25 años de edad el largo historial de Carpentier –su primer combate profesional fue a los 14 años– incluía los títulos de campeón de Francia del peso welter (1911), campeón de Europa de los pesos medio (1912), semipesado (1913) y pesado (1913), hasta culminar en la obtención del título de campeón del mundo del peso semipesado, que obtuvo el 12 de octubre de 1920 en un memorable combate ante Battling Levinsky.

El combate tiene lugar el domingo 28 de septiembre en la plaza de toros donostiarra, y se salda con victoria de Carpentier por k.o.. Faltan aún dos años para que aparezca por Barcelona o Madrid, y como veremos será tan solo para ofrecer exhibiciones.

Cerraremos 1919 con la noticia, que se publica en octubre, de la llegada a Melilla el Antonio Bonne, ex profesor de gimnasia en Madrid, que tiene previsto organizar en la ciudad norteafricana concursos y fiestas de boxeo y lucha grecorromana.

miércoles, 18 de agosto de 2010

1918 Dixie Kid

Al margen de la fiesta deportiva que realiza en Barcelona el Internacional Sporting Club –en la que los aficionados Dalmases y Passapera disputan un combate, y Hoche y Kid Jack ofrecen una exhibición– el éxito, tanto de público como deportivo, de la última velada de 1917 anima a los empresarios a programar buenas reuniones a principios del año siguiente, que de nuevo se saldan con una gran respuesta del público.

A finales de enero, en el Frontón Condal, el atractivo lo pone la revancha entre Crozier y Hoche: en el primer asalto, “al bajar los brazos Crozier recibe dos fuertes crochets a la cara que le ponen k.o., cayendo de bruces al suelo, del que no se levanta hasta que cuentan ya a 7, pero maquinalmente, sin darse cuenta de que está en el ring. Hoche que ve aquello, por complacer al público hace lo que ningún boxeador haría ni árbitro permitiría, y es que da a Crozier cinco minutos para que descanse. Crozier, que está por efectos del golpe en una forma que a todo dice amén, se sienta dispuesto a continuar dentro de cinco minutos. Transcurridos los cinco minutos, al poco rato sin necesidad de pegar fuerte, Crozier era otra vez k.o.”.

Ese combate sirve también para presentar en público a Dixie Kid, a quien se califica de ex campeón del mundo, veterano púgil norteamericano –a sus 34 años lleva disputados más de 140 combates como profesional– que acaba de llegar a Barcelona después de una larga y exitosa estancia en Inglaterra. Aunque Aaron Lister Brown “Dixie Kid” se encuentra ya al final de su carrera, aún es capaz de ofrecer un buen espectáculo, y en tal sentido arrastra a las multitudes a cada una de las citas pugilísticas que mantiene en nuestro país hasta finales de 1919.

El anuncio de que el campeón norteamericano debutará el 7 de marzo ante Frank Hoche, en un combate a 15 asaltos que se celebrará en el Iris Park, hace que sean muchos los que acudan al Barcelona Boxing Club a presenciar los entrenamientos de Dixie Kid. Llegado el día del combate, Luis Vallespín debuta en los preliminares venciendo por puntos a Mostajo, Americano obtiene igual resultado sobre Ibañez, y Kid Jacks consigue que Soum abandone en el sexto asalto. Dixie Kid y Frank Hoche, en un combate entretenido, intercambian golpes –sobre todo crochets de izquierda y derecha– durante los 15 asaltos. “Al terminar, el árbitro [Fred Jacks] dice: Vencedor Hoche, pero ante la protesta del público lo desdice y… Santas Pascuas. El combate fue finalmente declarado nulo”.

La revancha se celebra, también en el Iris Park, el día 23 de abril, en una velada a beneficio de la Cooperativa de Funcionarios Públicos para la construcción de casas baratas. La expectación ha hecho que suban notablemente los precios de las entradas, entre otras cosas por la elevada bolsa de Dixie, y porque Hoche no quiere cobrar menos que él. Y el caso es que ambos púgiles hacen valer sus emolumentos ofreciendo un soberbio combate en el que ambos llegan a rozar el k.o. hasta acabar en un veredicto de nulo que es aplaudido por el público.

Estas veladas no consiguen, sin embargo, desperezar el ambiente boxístico en Barcelona, de manera que no volvemos a encontrar reuniones hasta la temporada de verano. Dixie Kid reaparece a mediados de junio en el Parque, pero no en un combate regular, sino para ofrecer un espectáculo en el que “boxeará con quien se le presente, garantizando no causar daño a nadie”. El espectáculo se prolonga durante dos semanas y se repite en agosto. A principios de ese mes, Dixie Kid vuelve a calzarse los guantes “en serio” al enfrentarse con Harry Allack en una velada que se celebra en el mismo escenario.

El Parque es también el lugar en el que Frank Hoche realiza en septiembre varias exhibiciones de punching ball y un combate de boxeo. Buena muestra de hacia dónde derivan los espectáculos de verano en el Parque es el anuncio de la velada del sábado 14 de septiembre: “Esta noche putching-ball y combate de boxeo Hoche – Fritz y dos matchs de gran risa. Debut de Jacopis contra Poesy (boxeo cómico-burlesco) y los valientes Hermanos Ríos”. Hoche se enfrenta el sábado 21 de septiembre “contra dos formidables luchadores a la vez”, y al día siguiente repite la experiencia acompañado del combate entre Poesy y Frank Puig [LV 20/09/18 p7; 22 septiembre p9].

Poco más es lo que ofrece pugilísticamente el año 1918 en Barcelona. Solo tenemos noticias de una velada de boxeo –en junio en el Iris Park, organizada por la revista Atlética–; de la reunión que celebra el Ateneo Enciclopédico Popular el sábado anterior; y de eventos en los que el boxeo tiene una presencia menor, como la demostración que ofrecen Calvet y Ribas en mayo en el campo de fútbol del Martinenc, la exhibición de Soum con Americano y con Juan Pañella en la fiesta mayor que se celebra en agosto en el campo de sports del Club Hospitalench, o la demostración con que Dixie Kid y José Vila acompañan una conferencia del periodista Elías y Juncosa en la A.A.E. a finales de diciembre.

En Madrid, el comienzo del año 1918 lo marca un nuevo torneo entre aficionados, que se celebra a principios de febrero en el salón de fiestas del Palace Hotel. Participan 24 púgiles, con victoria de F. Hernandez Coronado en los pesos mosca, R. Sáenz de Heredia en los gallo, R. Thiebaut en pluma, P. Hernández Coronado en ligero, J. Topete en welter, el conde de la Mejorada en medios, J.G. Lorenzana (que solo lleva 15 días boxeando) en medios pesados, y Norberto Goizueta (de nuevo sin combatir, por ser el único boxeador de su categoría) en pesados. Juan Vernacci y A. Piña obtienen la copa y la medalla a los mejores combatientes, respectivamente. Las crónicas de estas reuniones, por cierto, proporcionan algunas anécdotas deliciosas como cuando, al decretarse la derrota de González por knock out ante Sáenz de Heredia, “el vencido, a quien el árbitro cantó los plazos en inglés, se levanta el último y se dispone a proseguir, diciendo que no entiende el inglés”.

Al margen de las exhibiciones y de algunos combates de Jack Johnson en el Price (en febrero contra Blinc Mac Closkey y en marzo contra el mejicano Marcelo Sánchez), la única convocatoria pública es una velada que tiene lugar a finales de noviembre con ocasión de la inauguración de la academia de boxeo del Madrid Boxing Club en un amplio local de la calle Villanueva, que se crea bajo la dirección de A. C. Anderson.

Por cierto que, como sucede en Barcelona, algunos de los combates de los veteranos púgiles extranjeros son anunciados con alharacas para luego acabar defraudando al público. Vaya como ejemplo la crónica del enfrentamiento entre Johnson y Marcelo Sánchez, publicada en el diario El Sol y recogida por El Mundo Deportivo: “El boxeo en Madrid.- Copiamos de El Sol: Por entender que de boxeo se trataba, fuimos anoche a hacer la información del espectáculo anunciado como tal en el Circo. Damos palabra de honor a nuestros lectores de que no se hizo boxeo, y abandonamos el local a poco de comenzar el tercer tiempo de la lucha entre Johnson y el “Colosal” mejicano (¿) por ser imposible permanecer allí a causa de la silba estrepitosa del público, interrumpida de vez en cuando con el grito coreado de ¡ladrones! ¡ladrones!. Suponemos que será el último golpe que la autoridad gubernativa consienta a este género de espectáculos”.

Tan solo unos días antes de la inauguración del Madrid Boxing Club, la Sociedad Gimnástica Española anuncia la incorporación de Gus Rhodes como profesor de un grupo de boxeo que se estaba madurando desde principios de año.

domingo, 15 de agosto de 2010

1917 Pobreza y sillas rotas

La tónica del boxeo en Barcelona no varía sustancialmente durante 1917, con veladas ocasionales en el Frontón Condal, en el Iris Park o en la Bohemia, al margen de las “pachangas” de verano en el Parque de la Ciudadela y en el Turó Park.

Y sin embargo, a pesar de los desaciertos de algunos organizadores, el público continúa acudiendo en masa cuando se le presenta un buen cartel, casi siempre con los combates de Frank Hoche como atracción principal: así sucede con su enfrentamiento con Gus Rhodes en enero en el Frontón, o con el combate contra Mac Closkey en el Iris ese mismo mes. En abril, la Bohemia registra un “lleno como nunca lo ha habido” para ver cómo el francés bate por k.o. en el séptimo asalto a Augusto Robert en combate “a finish”, y a finales de octubre, el cronista de El Mundo Deportivo afirma que “el aspecto que ofrecía la Bohemia el jueves último era realmente imponente, pues jamás se vieron congregados tantos amantes del boxeo en Barcelona” para ver a Hoche contra Gus Rhodes.

Sin embargo, esta última velada, “pudiendo haber sido el éxito de mayor resonancia para el boxeo, fue algo así como su golpe mortal”. Y es que el público comienza a cansarse de los combates pactados aparatosamente a muchos asaltos finalicen mucho antes de lo previsto, obteniendo así menos por unas entradas que los promotores encarecen cada vez más a fin de pagar las exigencias de unos púgiles que se sienten estrellas. El combate entre Hoche y Rhodes, pactado a 20 asaltos de 3 minutos, acaba mucho antes de tiempo, con el árbitro (Félix Pomés) cometiendo errores garrafales y Rhodes practicando un juego sucio que recibe las duras críticas del público. Tan es así, que “cuando hubo terminado la velada, o lo que fuese, las protestas del público fueron acalladas por la policía (…) mientras parte del público rompía sillas y balaustradas, y más tarde por las calles”.

Contrapunto de estas veladas son las reuniones que ofrece el Barcelona Boxing Club en su local social de la calle Ferlandina, a base de pundonorosos combates de entrenamiento en los que el resultado del combate se decide “a la americana”, es decir, solo se declara la victoria de uno de los púgiles por infligir un k.o. a su adversario, hacerle abandonar, o por descalificación. Durante el verano de 1917 se celebran tres de estas reuniones, y el año siguiente tienen lugar otras tres –en enero, mayo y julio–.

Además, el Parque de la Ciudadela no solo sirve para que Jack Johnson exhiba sus habilidades, sino que el último jueves de junio es escenario de una dudosa velada a beneficio de los supervivientes del vapor norteamericano Moreny, recientemente torpedeado, en la que el propio Johnson ejerce de árbitro. Los combates, “a finish”, son disputados por cuatro púgiles desconocidos: Johny Jones vs Eddu Smith, y Chorals vs Dean Burgler. También el Turó Park se lanza a la organización de dos veladas de verano, en junio y septiembre.

Finalmente, citaremos las reuniones ocasionales que en este periodo tienen lugar en distintos puntos de Cataluña, y que son recogidas por la prensa sin demasiado detalle, como la velada mixta de boxeo y lucha grecorromana que organiza La Atlética en el campo de la S.S. Pompeya a finales de septiembre, el festival que tiene lugar en noviembre en el local del Centre Excursionista Montseny (con combates de Huertas contra Kamalof y Campalaus contra Alaix), o la velada del Internacional Sporting Club en diciembre, que incluye combates de lucha grecorromana y dos exhibiciones de boxeo entre los aficionados Dalmases y José Passapera, y entre Frank Hoche y Fred Jacks.

Un año tan pobre en lo pugilístico como este 1917 tiene sin embargo un buen final en el Frontón Condal el 31 de diciembre, ya que “para que el público, después de tantos timos de que había sido víctima, acudiese a la velada, era preciso que ésta fuese inmejorable”. Al parecer, los empresarios lo comprenden así y “no escatimaron nada para lograr hacer venir a Frank Crozier para que junto con Frank Hoche constituyera el combate de la noche, y así fue”.

En Madrid, el boxeo sigue dando pasos contados pero firmes durante 1917. A mediados de febrero se celebra en el salón de fiestas del Hotel Ritz un exitoso torneo de aficionados a beneficio de la cantina de las Escuelas gratuitas de San José, en el que participan quince púgiles; Figueroa vence en la categoría de los ligeros, Alba en los medios y Felipe Llópis en los medio pesados. Norberto Goizueta no tiene que combatir para ser campeón en los pesados, al ser el único participante en la categoría.

Animado por el éxito, el “equipo madrileño” formado por el conde de la Mejorada, Llópis y Goizueta anuncia esa misma semana que aceptará “cualquier reto de otro equipo aficionado de España, a condición de que se celebre en Madrid”. La respuesta desde Barcelona del equipo formado por Casanovas, Soum y Cutxet no llega a cuajar porque los catalanes, muy suyos, “desean saber de cuenta de quién correrían los gastos de viaje y estancia en Madrid”, a lo que los madrileños responden que cada cual corre con sus gastos. Poco después, sin embargo, Mejorada y los suyos aceptan el ofrecimiento del bilbaíno Club Deportivo, aunque desconocemos si llegan a cruzar guantes. Quienes sí lo hacen son Frank Crozier y Blinc Mac Closkey (que se aproxima al final de su larga carrera), que hacen nulo a principios de marzo en el Gran Teatro de Madrid.

En octubre, Jack Johnson comienza a ofrecer en el music-hall del Palace Hotel algunas exhibiciones de lucha libre, fuerza física y boxeo en las que también participa su sobrino Gus Rhodes, con gran éxito de público. Y concluye el año pugilista en Madrid con la celebración en el Gran Teatro, a principios de diciembre, de una nueva competición entre aficionados en la que participan 18 púgiles (varios de ellos conocidos del torneo de febrero). Además de la curiosidad de ver asaltos de minuto y medio, la prensa nos deja la siguiente “perla” firmada por el redactor de deportes de ABC, Rubryk: “A los señores que boxeen se les exigirá pantalón corto y ancho y camiseta para salir al ring”.

miércoles, 4 de agosto de 2010

1916 El gran Jack Johnson


La Bohemia es el local elegido para la primera velada de 1916 en Barcelona, el sábado 8 de enero, aunque el público apenas responde a la convocatoria, que incluye además un extraño combate en el que Ardevol, practicando la lucha grecorromana, vence a Martínez, que boxea.

Durante el resto del invierno de 1915 a 1916 tan solo se celebran dos veladas más en Barcelona. En la primera de ellas, organizada en el Iris Park en febrero, Hoche hace valer su categoría ante Cutxet dejándolo k.o. de un crochet al minuto escaso de comenzar el combate. En la segunda, en marzo, solo el enfrentamiento entre Fred Jacks y Ángel Munich salva la tónica de la mediocridad, con un público que no duda en trasladar al Iris Park la chanza del Carnaval que se vive en las calles.

En Madrid, a principios de 1916 la Sociedad Gimnástica Española anuncia el establecimiento de una clase de boxeo diaria “bajo la dirección del notable profesor norteamericano, Kid Johnson”, y a finales de febrero de ese año se celebra una notable velada en el Gran Teatro con el combate entre Frank Crozier y Kid Johnson como principal atractivo.

Este Kid Johnson es uno de los acompañantes del ex campeón del mundo de los pesos fuertes Jack Johnson, que acaba de llegar a la capital procedente de Inglaterra, con la intención de iniciar en esta ciudad “su entrenamiento para el encuentro que tendrá en próximo abril en América”.

Cinco años más tarde, Bóveda, redactor de boxeo de El Mundo Deportivo, explica en los siguientes términos los antecedentes de la llegada del ex campeón del mundo a nuestro país:
Realizado por fin el encuentro Burns-Johnson, en 1908, en Australia, no hubo lugar a combate: los 14 asaltos de que constó, hasta que la policía suspendió el match, fueron solo una paliza que Johnson pegó a Burns, a su sabor y con absoluta impunidad; el título había cambiado de manos. Jack Johnson quedó entonces sin adversarios posibles entre los boxeadores en activo; pero los americanos, no pudiendo soportar que un negro detentara el campeonato del mundo, recordaron que Jeffries [campeón entre 1899 y 1904, retirado por propia voluntad siendo campeón] no había sido vencido jamás, y no pararon hasta decidirle a medirse con el temible hombre de color. El encuentro tuvo lugar en Reno (E.U.) y es el más famoso habido en la historia del boxeo. Jeffries fue puesto fuera de combate al 15 asalto.

Mas la raza negra no ganó impunemente este magnífico testimonio de sus admirables dotes para la lucha; apenas acabado el combate, y al día siguiente hubo disturbios en varias ciudades americanas a propósito de la derrota del ídolo blanco, que costaron la vida a cerca de un centenar de personas, negros en su mayoría. El Gobierno prohibió la proyección de películas del combate dentro del territorio americano. Johnson, seriamente amenazado de muerte y condenado por un tribunal de justicia, tuvo que ausentarse del territorio de los Estados de la Unión”.
Según sigue contando el artículo, seis años después (abril de 1915), la amenaza de verse desposeído del título si no lo ponía en juego en un cuadrilátero llevó a Johnson a aceptar un combate con Jess Willard en La Habana, donde fue puesto fuera de combate… al 26 asalto.
Johnson ya había pasado por España en mayo del año anterior, cuando recaló en Santander, camino de París, y ya entonces la prensa especuló con la posibilidad de que el ex campeón disputara algún combate en Barcelona.

En esta ocasión, el veterano Jack Johnson –cuenta ya casi 38 años– llega a Madrid a junto con su esposa, su sobrino Gus Rhodes, el púgil Kid Johnson y el manager Jack Morris, con un contrato firmado para enfrentarse con Crozier en una velada organizada por La Tribuna.
El combate, que se celebra el jueves 23 de marzo en el Gran Teatro de Price a 10 asaltos, va precedido de una sesión de cine y un nulo entre Gus Rhodes y Kid Johnson. El ex campeón, muy superior, vence a Crozier por abandono en el primer asalto, con tal rapidez que se ve obligado a ofrecer una exhibición con su sobrino para amortizar las entradas.

Pocos días después, Jack Johnson y su comitiva llegan a Barcelona, donde se ha acordado un combate con Arthur Cravan. Johnson y Cravan son saludados por la afición barcelonesa en la velada que se celebra a finales de marzo en el Iris Park, donde sentados en butaca de ring en primera fila contemplan como Enrique vence por puntos a Piqué, Martínez obtiene un resultado similar ante Evelyn Knight, y Hoche y Fred Jacks ofrecen una entretenida exhibición. Afortunadamente, Johnson se marcha antes de que Pomés y Jim Bleick ofrezcan un penoso espectáculo en el combate que cierra la velada.

Mientras transcurren en medio de una creciente expectación las semanas que faltan para el 23 de abril, fecha prevista para el gran combate, aún se celebran dos veladas más. El día 1 tiene lugar en el CAD Stadium un festival mixto de boxeo y lucha grecorromana, que cuenta con la exhibición de Hoche contra Fred Jacks y contra José Solsona. Y el miércoles 12 se disputan cinco combates en el Iris Park, de los cuales Jack Johnson arbitra el que cierra la velada (en el que Hoche vence a Allack) y Cravan el que le precede (una victoria a los puntos de Fred Jacks sobre Carlos Soum). Arthur Cravan es además presentado al público durante el partido que se celebra entre el RCD Español y el Arenas, en el campo del primero.

El domingo 23 de abril, sin embargo, se dan cita varios factores que hacen que la plaza de Las Arenas, lugar elegido para el combate entre Johnson y Cravan, apenas registre una entrada de 5000 espectadores, lo que dado el tamaño del coso ofrece un pobre aspecto. Por un lado, esa misma tarde el F.C. Barcelona juega en su campo contra el Real Unión de Irún, además de que muchos barceloneses han marchado al campo a celebrar la tradicional fiesta de la Pascua. Por otro lado, el Gobernador civil ha vuelto a las andadas, advirtiendo que suspenderá la velada al menor atisbo de sangre o daños a cualquiera de los participantes, lo que no solo retrae a muchos aficionados –convencidos de que la reunión no llegará a celebrarse–, sino que incluso resta agresividad a los púgiles que participan. Es así que pasan sin pena ni gloria los enfrentamientos previos entre Montero y Piqué, entre Mora y Solsona, y entre Barcino y Dalmases. Y como Jack Johnson ha firmado un contrato para la grabación de una película de su combate con Cravan, el cuarto combate, entre Gus Rhodes y Kid Johnson, se da por finalizado al cuarto asalto a fin de que haya suficiente luz para impresionarla.

Llega por fin el ansiado combate, arbitrado por Tony Berton, y pronto se ve que el ex campeón del mundo es muy superior a su rival, descrito por el cronista de El Mundo Deportivo como “un ente inofensivo más cargado de miedo que de otra cosa”, que “estuvo haciendo el ridículo durante seis rounds” –el tiempo mínimo pactado por Johnson para la película– hasta caer k.o. a la lona. Para compensar al público de este chasco, Jack Johnson ofrece una entretenida exhibición de boxeo con Gus Rhodes y Kid Johnson, que el público agradece. La decepcionante velada se cierra con dos nulos entre Soum y Munich, y entre Cutxet y Martínez.

Jack Johnson permanece casi tres años en España. Aparte de algunos combates en Madrid –en febrero de 1918 con Blink Mac Closkey, en marzo de ese año con Marcelo Sánchez y en enero de 1919 con Bill Flint–, su actividad se centra en exhibiciones de lucha libre y pugilísticas que ofrece en Madrid y en Barcelona, sobre todo en las temporadas de verano. En sus espectáculos incluye un número de “punching ball” en el que rompe en presencia del público una gruesa cuerda suspendida con un balón en su extremo, retando además con una apuesta de 5000 pesetas a los espectadores que consigan otro tanto. El gran Jack Johnson se marcha de España a finales de marzo de 1919, en dirección a México, donde continúa con más pena que gloria su larga carrera pugilística.

Por su parte, su sobrino Gus Rhodes, además de acompañarle en estas exhibiciones, combate en cuatro ocasiones –tres de ellas en Barcelona y una en Bilbao– antes de ser contratado como director del grupo pugilista que crea en Madrid la Real Sociedad Gimnástica Española en noviembre de 1918. De forma similar, hasta julio de 1916 Kid Johnson combate en cuatro ocasiones en Barcelona. En este tiempo, su presencia en los carteles basta para levantar gran interés entre los aficionados.

Durante la primavera y el verano de 1916 continúan celebrándose veladas en el Iris Park (en tres ocasiones), la Bohemia Modernista (en dos) y el Frontón Condal (en otras dos). Frank Hoche es cabeza de cartel en tres de ellas: en el Iris, consigue que Kid Johnson abandone antes de comenzar el sexto round, resultado que se repite –en el quinto asalto– en la revancha en la Bohemia; poco antes, es Fred Jacks quien sucumbre por k.o. en el quinto asalto ante el francés.

A principios de junio, el promotor Juanito Elías, organizador de la última velada en la Bohemia, programa como combate clou de la siguiente reunión el enfrentamiento entre Kid Johnson y Cutxet. La clara superioridad del primero no le sirve, sin embargo, para hacerse con el combate, pues durante el segundo asalto, “mientras unos dicen que Cutxet levantó la mano diciendo que se retiraba, otro dicen que era para que le atasen el guante; lo cierto es que entre esas dudas, Kid le pegó y ceemos que lo hizo creyendo poder hacerlo, y fue por ello descalificado”.

A finales de junio se inauguran las veladas pugilísticas en el Frontón Condal, “merced al generoso concurso que le han ofrecido a Tony Berton dos conocidos sportsmen”, de nuevo con Hoche –que hace nulo contra Cravan– como cabeza de cartel. Sin embargo, para la próxima velada, la enfermedad de Hoche motiva su sustitución a última hora por el inglés Allack, lo que, combinado con la flojeza de los combates, provoca enérgicas protestas del público que ni el k.o. infligido por Kid Johnson a Martínez consigue acallar.

En la última velada del verano, que se celebra el último martes de agosto en el Iris Park, vuelve a notarse la experta mano de Juanito Elías en la confección de un cartel del que resultan combates entretenidos –nulo de Soler y Bracons, victoria de Evelyn Knight sobre Drapemon, y de Allack sobre Artero–, aunque el fallo del árbitro, Juan Casanovas, dando vencedor por puntos a Gus Rhodes sobre Augusto Robert resulta muy polémico.

El boxeo catalán vuelve a encontrarse sumido en una profunda crisis, de la que tardará más de cuatro años en salir. La falta de una autoridad y unas normas claras que regulen el boxeo en España se traduce en espectáculos de muy distinto grado de calidad y profesionalidad, a veces promovidos por empresarios con pocos escrúpulos, que desorientan a los aficionados y provocan no pocas protestas. Muchos de los púgiles que suben al cuadrilátero resultan no tener la más mínima noción de boxeo, y no pocos de los que acuerdan su presencia en las veladas acaban por no aparecer a última hora, comprometiendo a los empresarios e irritando al público.

De hecho, entre septiembre y noviembre de 1916 el único boxeo que se practica en Barcelona, al margen del entrenamiento en los gimnasios, es el que ofrecen Jack Johnson y su corte en el Parque o en el Turó Park. El boxeo también adereza de forma ocasional algunos festivales deportivos que se celebran durante esos meses, como el que tiene lugar en julio en el campo de fútbol del Internacional, en el que Mora y Bracons ofrecen una exhibición, o el festival inaugural del Canadiense Football Club el primero de noviembre.

La última velada de 1916 en Barcelona, que se celebra el 21 de diciembre en el Iris Park, es quizá la mejor muestra de hasta dónde han llegado las cosas. De los ocho púgiles anunciados, nada menos que cuatro –tres de ellos desconocidos para el público– no hacen su aparición en el teatrito de la calle Valencia, y la empresa se ve obligada a ofrecer un solo combate –entre Enrique y Bracons– y una exhibición de Hoche con tres adversarios, en lo que el periodista Ramón Larruy califica abiertamente como una mamarrachada: “pasa aquí con el boxeo lo que en París con la Academia Berlitz, que cuando uno no tiene de donde sacar dos pesetas, se presenta allí dispuesto a dar lecciones de español, aunque no haya hecho otra cosa que descargar sacos en el muelle”.

No podemos cerrar 1916 sin recoger el triste debut del boxeo en la capital cántabra, del que informa la prensa de Barcelona en los siguientes términos: “Nos escribe nuestro corresponsal en Santander, diciendo que se efectuaron en el salón El Alcázar algunos de los asaltos anunciados a bombo y platillos, dándose de trompis franceses, italianos, ingleses, alemanes, españoles, etc., etc., terminando la fiesta habiendo causado una impresión poco agradable en aquel público, que vería con gusto no se repitieran esos espectáculos en aquella ciudad. El debut no ha podido ser mayor fracaso, como que hasta las autoridades deberían intervenir, prohibiéndolas. La organización, detestable”.

1915 Frank Hoche y Auguste Robert

Al margen de difusos anuncios de próximas veladas, la primera noticia pugilística de 1915 en Barcelona consiste en la demostración de Torrens contra Hoche y Condor contra Pascual, dentro de la fiesta que celebra en enero el Gimnasio Bricall.

Las veladas de boxeo se reanudan el 21 de enero en el Iris Park, de mano de la Peña Pugilista, que quiere agradecer a la prensa deportiva el que consiguiera el levantamiento de la prohibición. Sin embargo, la Peña se encuentra sumida en una crisis que se traduce en la “enfermedad” de Juan Planas, organizador de las reuniones, que provoca la suspensión de la prevista para el 28 de enero. Y aunque llegan a celebrarse otras dos veladas con normalidad en el Iris, Planas acaba renunciando a organizarlas, lo que provoca infructuosas peticiones del público y de los periodistas. La prensa no recoge expresamente la disolución de la Peña, pero lo cierto es que no volverá a ser citada en el futuro.

A pesar de la crisis de la Peña Pugilista, el boxeo vive un momento prometedor en Barcelona. Como destaca Tony Berton “las grandes entidades, como el Real Club Marítimo, el Círculo Artístico y otros, han habilitado una parte de sus locales con aparatos apropiados y profesor especial, para que los socios que así lo deseen puedan practicar [el boxeo]. (…) También el ejemplo ha cundido hasta los gimnasios como los de Solé, García, Gibert, Bricall, etc., que poseen profesor y cuentan con gran número de alumnos”.

En mayo de 1915, un grupo de aficionados comienza a organizar una serie de veladas de cuya dirección se encarga Frank Hoche. La primera tiene lugar el 20 de ese mes en el Iris Park, con el combate entre el propio Hoche y el francés Augusto Robert como cabeza de cartel. La convocatoria levanta una importante expectación, siendo muchos los aficionados que acuden a contemplar los entrenamientos de Hoche en la Sala Herrera y de Robert en el Gimnasio Bricall, y aunque el combate será nulo, se convertirá en una cita ineludible que se repetirá hasta en dos ocasiones más, siempre generando un gran interés. Instalado en Barcelona, Robert combatirá en otras cinco ocasiones–al margen de numerosas exhibiciones– hasta su última pelea en la ciudad en mayo de 1922. En la segunda velada, además, se anuncia que “estas soirées serán consideradas como preparatorias del campeonato para poder tomar parte en el Campeonato de Madrid que tendrá lugar próximamente”, torneo del que, sin embargo, no tendremos más noticias.

El éxito de la convocatoria lleva a los mismos organizadores a repetir en el Iris Park a mediados de junio, de nuevo con Hoche en el combate clou, esta vez con Félix Pomés, “que recientemente adquirió el título de Campeón de Cataluña jugando al fútbol”, como rival a 15 asaltos.

En Madrid, mientras tanto, Antonio Portago, conde de la Mejorada, comienza a destacar como uno de los más activos promotores y practicantes del boxeo a nivel aficionado. En abril se enfrenta en la pista de Parish con Félix Pomés, y en mayo combate contra Piña en el campo del Madrid F.C. No tenemos muchos detalles sobre estos encuentros, pero en junio encontramos una nota referente al banquete que se celebra en su honor “por su triunfo en el campeonato de boxeo”.

Volviendo a Barcelona, y tras un paréntesis de un mes sin boxeo –“el reporter por más que olfatea no encuentra nada digno de mención. En nuestras salas se sigue practicando el boxeo como puro entrenamiento y a guisa de lección, pero sin miras a nuevas soireés por más que las últimas no debieron dejar descontentos a profesionales y empresarios”–, y excepto en el descanso veraniego del mes de agosto, las veladas quincenales de los jueves en el Iris Park se convierten en una cita ineludible para los aficionados.

Así, durante el resto del año 1915 el público asiste a notables enfrentamientos como la derrota por puntos de Hoche ante un Crozier que le aventaja en 8 kilos, la victoria de Hoche por k.o. ante Pomés, o la descalificación de Fred Jacks cuando, en el combate que le enfrenta con Tony Berton, golpea a éste después de que el árbitro haya decretado la separación.

Al mismo tiempo, los púgiles españoles comienzan a participar en reuniones fuera de nuestras fronteras: el primero del que El Mundo Deportivo da noticias es Federico Armengol, que a mediados de junio es derrotado en Lisboa por Ruivo.

Sin embargo, el boxeo continúa siendo en Barcelona una actividad casi artesanal, como demuestran algunas anécdotas que recoge la prensa. Por ejemplo, el combate entre Condor y Serrano en octubre empieza “sin referee, y naturalmente al primer clinch hay bronca en el público y alguna zancadilla en los maestros. Sube al ring Frank Hoche y empiezan de nuevo”. El mes siguiente, tras algunos incidentes en una reunión en el Iris, el árbitro Juan Casanovas remite una carta a El Mundo Deportivo en la que se queja de que “el timbre que usan para señalar el principio y el fin del round produce un sonido tan flojo que apenas se percibe”, y sugiere que “la empresa debe adquirir lo que se llama un gong, aparato que usan en todos los rings del extranjero”. En esa misma velada, los segundos de Gabriel protestan de que el hecho de arrojar la esponja que marcaba el abandono de éste frente a Passapera “no fue ejecutado por los managers del citado boxeador sino por el señor Duarte, que actuaba de público”.

En diciembre, los organizadores de veladas optan por sustituir el Iris Park por el amplio local de la Bohemia Modernista, en la calle Casanova, ante la gran expectación que levanta el segundo enfrentamiento entre Hoche y Augusto Robert, que se salda con un nuevo nulo.

Al concluir 1915 encontramos además a Anderson convertido en profesor de boxeo en el Gran Casino de San Sebastián, desde donde lanza un reto a los púgiles de Barcelona en nombre propio y de su pupilo, “el conde Robert”. Recogido unos días más tarde por Frank Hoche y su alumno Passapera, no será hasta mayo del año siguiente cuando se publique la noticia de que “el día 4 de junio Frank Hoche irá a San Sebastián para efectuar un combate con el conocido pugilista señor Anderson y el 10 a Bilbao para boxear con Lasarte”. El 1 de julio, en el Velódromo Municipal de San Sebastián, Hoche se enfrenta a Anderson en 15 asaltos. Acompañado de Barcino, Hoche volverá a Bilbao un año más tarde con el objetivo de iniciar en el País Vasco una gira por el norte de España.