Al margen de la fiesta deportiva que realiza en Barcelona el Internacional Sporting Club –en la que los aficionados Dalmases y Passapera disputan un combate, y Hoche y Kid Jack ofrecen una exhibición– el éxito, tanto de público como deportivo, de la última velada de 1917 anima a los empresarios a programar buenas reuniones a principios del año siguiente, que de nuevo se saldan con una gran respuesta del público.
A finales de enero, en el Frontón Condal, el atractivo lo pone la revancha entre Crozier y Hoche: en el primer asalto, “al bajar los brazos Crozier recibe dos fuertes crochets a la cara que le ponen k.o., cayendo de bruces al suelo, del que no se levanta hasta que cuentan ya a 7, pero maquinalmente, sin darse cuenta de que está en el ring. Hoche que ve aquello, por complacer al público hace lo que ningún boxeador haría ni árbitro permitiría, y es que da a Crozier cinco minutos para que descanse. Crozier, que está por efectos del golpe en una forma que a todo dice amén, se sienta dispuesto a continuar dentro de cinco minutos. Transcurridos los cinco minutos, al poco rato sin necesidad de pegar fuerte, Crozier era otra vez k.o.”.
Ese combate sirve también para presentar en público a Dixie Kid, a quien se califica de ex campeón del mundo, veterano púgil norteamericano –a sus 34 años lleva disputados más de 140 combates como profesional– que acaba de llegar a Barcelona después de una larga y exitosa estancia en Inglaterra. Aunque Aaron Lister Brown “Dixie Kid” se encuentra ya al final de su carrera, aún es capaz de ofrecer un buen espectáculo, y en tal sentido arrastra a las multitudes a cada una de las citas pugilísticas que mantiene en nuestro país hasta finales de 1919.
El anuncio de que el campeón norteamericano debutará el 7 de marzo ante Frank Hoche, en un combate a 15 asaltos que se celebrará en el Iris Park, hace que sean muchos los que acudan al Barcelona Boxing Club a presenciar los entrenamientos de Dixie Kid. Llegado el día del combate, Luis Vallespín debuta en los preliminares venciendo por puntos a Mostajo, Americano obtiene igual resultado sobre Ibañez, y Kid Jacks consigue que Soum abandone en el sexto asalto. Dixie Kid y Frank Hoche, en un combate entretenido, intercambian golpes –sobre todo crochets de izquierda y derecha– durante los 15 asaltos. “Al terminar, el árbitro [Fred Jacks] dice: Vencedor Hoche, pero ante la protesta del público lo desdice y… Santas Pascuas. El combate fue finalmente declarado nulo”.
La revancha se celebra, también en el Iris Park, el día 23 de abril, en una velada a beneficio de la Cooperativa de Funcionarios Públicos para la construcción de casas baratas. La expectación ha hecho que suban notablemente los precios de las entradas, entre otras cosas por la elevada bolsa de Dixie, y porque Hoche no quiere cobrar menos que él. Y el caso es que ambos púgiles hacen valer sus emolumentos ofreciendo un soberbio combate en el que ambos llegan a rozar el k.o. hasta acabar en un veredicto de nulo que es aplaudido por el público.
Estas veladas no consiguen, sin embargo, desperezar el ambiente boxístico en Barcelona, de manera que no volvemos a encontrar reuniones hasta la temporada de verano. Dixie Kid reaparece a mediados de junio en el Parque, pero no en un combate regular, sino para ofrecer un espectáculo en el que “boxeará con quien se le presente, garantizando no causar daño a nadie”. El espectáculo se prolonga durante dos semanas y se repite en agosto. A principios de ese mes, Dixie Kid vuelve a calzarse los guantes “en serio” al enfrentarse con Harry Allack en una velada que se celebra en el mismo escenario.
El Parque es también el lugar en el que Frank Hoche realiza en septiembre varias exhibiciones de punching ball y un combate de boxeo. Buena muestra de hacia dónde derivan los espectáculos de verano en el Parque es el anuncio de la velada del sábado 14 de septiembre: “Esta noche putching-ball y combate de boxeo Hoche – Fritz y dos matchs de gran risa. Debut de Jacopis contra Poesy (boxeo cómico-burlesco) y los valientes Hermanos Ríos”. Hoche se enfrenta el sábado 21 de septiembre “contra dos formidables luchadores a la vez”, y al día siguiente repite la experiencia acompañado del combate entre Poesy y Frank Puig [LV 20/09/18 p7; 22 septiembre p9].
Poco más es lo que ofrece pugilísticamente el año 1918 en Barcelona. Solo tenemos noticias de una velada de boxeo –en junio en el Iris Park, organizada por la revista Atlética–; de la reunión que celebra el Ateneo Enciclopédico Popular el sábado anterior; y de eventos en los que el boxeo tiene una presencia menor, como la demostración que ofrecen Calvet y Ribas en mayo en el campo de fútbol del Martinenc, la exhibición de Soum con Americano y con Juan Pañella en la fiesta mayor que se celebra en agosto en el campo de sports del Club Hospitalench, o la demostración con que Dixie Kid y José Vila acompañan una conferencia del periodista Elías y Juncosa en la A.A.E. a finales de diciembre.
En Madrid, el comienzo del año 1918 lo marca un nuevo torneo entre aficionados, que se celebra a principios de febrero en el salón de fiestas del Palace Hotel. Participan 24 púgiles, con victoria de F. Hernandez Coronado en los pesos mosca, R. Sáenz de Heredia en los gallo, R. Thiebaut en pluma, P. Hernández Coronado en ligero, J. Topete en welter, el conde de la Mejorada en medios, J.G. Lorenzana (que solo lleva 15 días boxeando) en medios pesados, y Norberto Goizueta (de nuevo sin combatir, por ser el único boxeador de su categoría) en pesados. Juan Vernacci y A. Piña obtienen la copa y la medalla a los mejores combatientes, respectivamente. Las crónicas de estas reuniones, por cierto, proporcionan algunas anécdotas deliciosas como cuando, al decretarse la derrota de González por knock out ante Sáenz de Heredia, “el vencido, a quien el árbitro cantó los plazos en inglés, se levanta el último y se dispone a proseguir, diciendo que no entiende el inglés”.
Al margen de las exhibiciones y de algunos combates de Jack Johnson en el Price (en febrero contra Blinc Mac Closkey y en marzo contra el mejicano Marcelo Sánchez), la única convocatoria pública es una velada que tiene lugar a finales de noviembre con ocasión de la inauguración de la academia de boxeo del Madrid Boxing Club en un amplio local de la calle Villanueva, que se crea bajo la dirección de A. C. Anderson.
Por cierto que, como sucede en Barcelona, algunos de los combates de los veteranos púgiles extranjeros son anunciados con alharacas para luego acabar defraudando al público. Vaya como ejemplo la crónica del enfrentamiento entre Johnson y Marcelo Sánchez, publicada en el diario El Sol y recogida por El Mundo Deportivo: “El boxeo en Madrid.- Copiamos de El Sol: Por entender que de boxeo se trataba, fuimos anoche a hacer la información del espectáculo anunciado como tal en el Circo. Damos palabra de honor a nuestros lectores de que no se hizo boxeo, y abandonamos el local a poco de comenzar el tercer tiempo de la lucha entre Johnson y el “Colosal” mejicano (¿) por ser imposible permanecer allí a causa de la silba estrepitosa del público, interrumpida de vez en cuando con el grito coreado de ¡ladrones! ¡ladrones!. Suponemos que será el último golpe que la autoridad gubernativa consienta a este género de espectáculos”.
Tan solo unos días antes de la inauguración del Madrid Boxing Club, la Sociedad Gimnástica Española anuncia la incorporación de Gus Rhodes como profesor de un grupo de boxeo que se estaba madurando desde principios de año.
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